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Cardenal D. Luis M. Fernández Portocarrero |
Tras finalizar
sus estudios de Teología y Filosofía en la Universidad de Alcalá, fray Diego Morcillo pasó como
Lector Jubilado y Maestro de los de Número al convento de la Trinidad Calzada,
sito en la calle Atocha de Madrid, donde ya había llegado la fama sobre su
vasta cultura, austera discreción y aguda inteligencia; cualidades que no
pasaron desapercibidas para un personaje que fue determinante en la historia
política, militar y eclesiástica de España: el Cardenal Don
Luis Fernández de Portocarrero, quien ejerció el principal valimiento e
influencia en la Corte de Carlos II desde que en 1.677 fuera nombrado Arzobispo
de Toledo y Cardenal
Primado de España, quien designó a Fray Diego Morcillo su examinador sinodal, en
reconocimiento a su fama de eminente teólogo y canonista, haciéndole
depositario de su confianza en lo relativo a los aspirantes que debían ser
admitidos a las órdenes sagradas y al ejercicio de los ministerios de párrocos,
confesores y predicadores en la Archidiócesis Primada.
Durante el último
cuarto del S. XVII el Cardenal Portocarrero ocupó un puesto preeminente en los asuntos relativos al gobierno de
Madrid, enfrentándose por ello al principal de los problemas planteados durante
los últimos años del reinado de Carlos II, cual era el de su sucesión ya que el
Rey, después de haber contraído matrimonios sucesivos con María Luisa de
Orleans y Mariana de Neoburgo, no había
podido engendrar un heredero que continuara la dinastía de los Habsburgo
españoles.